"Cuando, como remate, entre el lejano vocerío del pueblo, subía al cielo
constelado la áurea corona giradora del castillo, poseedora del trueno
gordo, que hace cerrar los ojos y taparse los oídos a las mujeres,
Platero huía entre las cepas, como alma que lleva el diablo, rebuznando
enloquecido hacia los tranquilos pinos en sombra."(Jiménez)